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VERA CRUZ - Nº 1   CUARESMA 2015


                                                                          LA CRUZ DE CRISTO
                          SIGNO DEL AMOR DEL SEÑOR JESUS A LA HUMANIDAD

                   Cuando la nueva hermana mayor de vuestra hermandad me pidió que escribiera para vuestra revista, la
                   verdad es que  no sabía  muy  bien sobre qué escribir ni cómo empezar; pero casualidad de la vida que
                   cuando parecía seguir en blanco me ocurrieron dos cosas que me abrieron el entendimiento:

                   La primera es que leyendo el evangelio de san Marcos (7, 1-13) me topé con estas palabras de Jesús:
                   «dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres». En vísperas de
                   la semana más grande para el creyente, estas palabras resultan para mí un toque de atención y me hacen
                   reflexionar sobre lo que hemos tiene que ser para nosotros la Semana Santa.

                   Como veréis, me he dado cuenta de que en todas las revistas y panfletos que se publican en este tiempo,
                   uno de los aspectos que más resaltamos es que nuestra Semana Santa, desde hace años, es considerada de
                   «interés turístico», lo que hace que todo el mundo se preocupe más en sacar a la calle los mejores pasos
                   dejando en segundo plano lo que rezan todos los estatutos de cofradías y hermandades: «manifestación
                   pública de nuestra fe» y con todo lo que aquello conlleva. Estamos más preocupados en lo que es en sí las
                   procesiones y no tanto en el significado profundo que engloban.

                   La Semana Santa tiene que ser para nosotros algo más y de allí lo segundo que me ha iluminado.

                   Resulta  que  viendo  las  fotos  de  una  celebración  que  tuvimos  en  el  patio  interior  del  convento  de  las
                   hermanas de la cruz, con ocasión de la presencia de la «Cruz de Juan Pablo II» en nuestro arciprestazgo,
                   en aquella eucaristía nos recordaban aquellas palabras que el ya santo pronunció el 22 de abril de 1984 en
                   Roma en el día de la clausura del año santo: «os confío la Cruz de Cristo. Llevadla por el mundo como
                   signo del amor del Señor Jesús a la humanidad y anunciad a todos que sólo en Cristo muerto y resucitado
                   hay salvación y redención».

                   Estas palabras del papa santo, me impulsan como vuestro párroco «in sólidum» que soy a recordarles que
                   aun siendo nosotros los primeros en hacer desaparecer la cruz del Señor como estandarte del cristiano, no
                   hemos de olvidar que es desde ella donde emanan el significado último de nuestras procesiones: el del
                   amor de Cristo hacia la humanidad. Y es esta cruz a la que nos llama y nos confía el papa santo a llevar al
                   mundo entero como signo de su amor a la humanidad.

                   Olvidar de la centralidad de la cruz, como la expresión más profunda y sincera de este amor de Dios hacia
                   nosotros es convertir nuestras procesiones y nuestra maravillosa Semana Santa en un espacio de ocio o en
                   meras atracciones turísticas para los que nos visitan, o lo que es lo mismo, dejar de lado el mandamiento
                   de Dios para perpetuar una tradición en donde se ve claro que lo que importa es la búsqueda de nuestros
                   propios intereses.

                   Sin  más  que  decirles,  espero  que  a  lo  largo  del  tiempo  de  cuaresma,  tiempo  de  preparación  de  este
                   acontecimiento único en la vida del Cristiano, escuchemos al evangelista san Marcos que nos prepara ante
                   la proximidad de la muerte de Jesús: a renunciar a sí mismos, cargar con la propia Cruz, perder la propia
                   vida… y para que de verdad seamos buenos discípulos, que el mismo Jesús nos coja de la mano y nos
                   conduzca a la montaña y alejarnos así de los ruidos mundanos, para encontrarnos con la presencia de Dios,
                   para descubrimos nuestras propias miserias, para escuchar la voz del mismo Jesús a no tener miedo, a
                   seguir enarbolando su Cruz como estandarte de nuestra salvación…De lo contrario seremos incapaces de
                   ayudar a todos cuantos nos visiten a vivir en plenitud nuestra Semana Santa y de paso hacer de ella un
                   espacio de manifestación, de lugar de encuentro de Dios con nosotros, de este lugar teológico que todos
                   anhelamos y buscamos.

                   Feliz tiempo de cuaresma y feliz semana santa a todos.

                                                                              Patricio Nzang Esono Andeme
                                                                       Asistente Eclesiástico de la Hermandad

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